Valencia (9ª de fallas): Puerta grande al valor y la entrega de Fandiño.

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Ficha del festejo:
Domingo 18 de marzo. Plaza de Toros de Valencia. 9º festejo de la Feria de Fallas 2012. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada. Tarde soleada. Se han lidiado seis toros de la ganadería de Fuente Ymbro bien presentados aunque desiguales en trapío. 1º deslucido y parado, justo de fuerzas. 2º fue un gran toro con calidad, nobleza y codicia. 3º fue bravucón, con calidad y nobleza pero acabó rajándose. 4º fue manso y deslucido. 5º fue encastado. 6º fue manso y rajado, también deslucido.

Diego Urdiales, vuelta tras aviso y leves palmas.
Iván Fandiño, oreja tras aviso en ambos.
David Mora, saludos tras aviso y silencio.

Valencia (Esp.).- Caída la noche y con una calle de Játiva tomada literalmente por los turistas que agotaban las últimas horas de las fiestas falleras, cruzaba la puerta grande de la plaza de toros valenciana, el diestro bilbaíno Iván Fandiño. Emocionado y pletórico, el matador de toros no podía esconder la alegría que para él suponía salir a hombros de la primera feria importante de la temporada española. Era el justo premio a una actuación en la que su valor, disposición, entrega, firmeza y compromiso, le llevaron por el camino del triunfo ante el mejor lote de la ganadería de Fuente Ymbro. Esa fue la noticia positiva en víspera del día grande de las fallas. La noticia menos positiva fue ver cómo el público no respondió de forma unánime al cartel, llenando en tres cuartos justos la plaza, y la otra noticia más alarmante si cabe, fue la lidia tan desigual de comportamiento del encierro de Ricardo Gallardo.

El jabonero que hizo segundo en el sorteo saltó al ruedo con las fuerzas muy mermadas como alguno más de sus hermanos de camada, y tanto fue así que tras el puyazo reglamentario el presidente resolvió devolverlo a corrales. En su lugar se corrió turno y saltó al ruedo, el toro que iba hacer quinto del festejo. Éste resultó ser, al final, el más encastado y noble de la tarde. Fue un gran toro. Así, sin más. De los que emocionan al verlo embestir y te tensionan en tu localidad por ver que nunca va entregado. Repetidor, codicioso, franco en su arrancada, encastado y con las complicaciones propias de su condición, el toro se arrancaba desde lejos y con prontitud. Ante él, el bilbaíno Fandiño se lució en el quite por chicuelinas muy ceñidas, cuya réplica la encontró en David Mora con un quite por gaoneras interpretadas con valentía y ajuste. En la muleta Fandiño comenzó firme y decidido en el centro del ruedo. Inicio de trasteo con el toreo en redondo sin pensárselo, con emoción y entrega. El toro se creció y el torero, lejos de arrugarse, también hizo lo propio. Fue una faena de poder a poder pues el toro nunca terminó de entregarse también porque el torero en muy pocas ocasiones durante el trasteo le bajo la mano firme dominándolo. Más bien acompañó con emoción, verdad, disposición y entrega la embestida y prueba de ello fue, que cuando le bajó la mano en alguna ocasión contada, la faena adquirió rango mayúsculo de sinfonía torera. El fuenteymbro fue un torrente de bravura, embistiendo como un torbellino a la muleta. A la faena le faltó más sometimiento aunque estuvo preñada de valor, emoción y épica. Por el pitón izquierdo lo intentó al natural, pero por ahí costó más encontrar el lucimiento, por lo que remató su actuación en redondo y un arrimón valiente entre los pitones. Si hubiese bajado tan solo un poco más la mano, estaríamos hablando de una grandiosa faena. Estocada entera y oreja. El toro recibió una ovación cerrada.

Con el quinto de la tarde, primer sobrero reseñado, salió Fandiño a redondear una actuación que se le ponía de cara. Empujó el fuenteymbro con fijeza y poder al caballo y se vino arriba en banderillas. Antes, tanto Fandiño como Mora rivalizaron en quites por gaoneras y chicuelinas. Rivalidad y emoción como prólogo a la faena de Fandiño. Comienzo torero en la raya con los pies firmes. La gente con él, y pendientes de lo que podría ocurrir. El toro fue codicioso, entregado en sus arrancadas y acometidas, lo que propició un vibrante espectáculo. Interesante verlo embestir pues nunca terminaba de entregarse a la muleta. Se rompió el torero bilbaíno en el comienzo de faena toreando en redondo y crujió la plaza con una rotunda tanda en la que imantó la embestida del animal a la tela hasta cuajar un emocionante y bello pasaje. Después, el trasteo bajó en intensidad, pues el torero tuvo dudas ante el animal, sacando pases de uno en uno, disminuyendo así el diapasón emocional de la obra. Lo intentó por el izquierdo y tras cuajar varias tandas al natural con verdad y autenticidad, volvió al toreo en redondo para relanzar la faena hasta su clímax. Las tandas finales sobre la diestra, embraguetado el torero, enroscado el toro y encerrados ambos de raya para adentro, hicieron levantar al público de sus localidades. La obra estaba justamente consumada y completada. La emoción a flor de piel en el espectador. Estocada entera saliendo volteado sin consecuencias y oreja ganada con justeza y mérito, que le abría la puerta grande.

Urdiales y Mora no sortearon dos buenos lotes. Al riojano se le vio paciente y dispuesto en el que abrió plaza. Un toro protestado de salida por su endeblez, al que tuvo que cuidar para que no se viniera abajo. Con estas condiciones buscó lucimiento por ambos pitones, en una faena tan meritoria como deslucida por la condición del astado. Disposición, mérito y entrega fueron las armas del torero que poco más pudo hacer. La estocada entera en la cruz fue lo mejor de esta primera actuación. Con el cuarto tuvo de nuevo que esforzarse para obtener lucimiento donde tampoco lo hubo. Flojo de los cuartos traseros el animal, ante este fuenteymbro estuvo valiente cuajando varias tandas en redondo muy esforzadas y entregadas, que le valieron el reconocimiento del público. De nuevo, su disposición quedó patente en una tarde donde el lote que le cupo en suerte, no fue de lucimiento.

David Mora que completaba el cartel, tuvo peor suerte al sortear los dos toros más mansos y rajados del encierro. Ambos se acularon en tablas, embistieron a la defensiva y obligaron a que el matador intentase cuajar trasteo en esas condiciones. Con semejante situación, Mora solo pudo protagonizar una actuación titánica ante los dos toros, de imposible lucimiento y triunfo. Imposible.

Firmado: Alfonso Sanfelíu
Fotografía: Paco Ferrís